domingo, 4 de diciembre de 2016

Para que otros puedan vivir

Administración Pública | Administración Militar

La Constitución Política de la República, estabalece en su artículo 101 cuáles son los fines primarios de las Fuerzas Armadas chilenas: La Defensa de la Patria y la Seguridad Nacional, sin perjuicio que otras disposiciones constitucionales establecen otras funciones (Orden Público Electoral, art. 18, Garantizar el Orden Institucional de la República, art. 6°), parecen ser estas las propias de las Fuerzas Armadas, dada su naturaleza histórica.
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Sin embargo, la Constitución no definió lo que debía entenderse por Defensa de la Patria o por Seguridad Nacional, pero algunas luces nos quedaron en las Actas de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución (también conocida como Comisión Ortúzar) y de las reformas posteriores en el Congreso. Francisco Cumplido, en una de sus intervenciones en la Comisión Ortuzar señaló al respecto: "La seguridad económica y social de un país, forman parte de la seguridad nacional". En el mismo sentido se manifestó el comisionado Jaime Guzmán, expresando estimaba que el concetpo de seguridad nacional está generalmente referido a los aspectos económicos y a la integridad territorial del país. Por otra parte, cuando se discutió la gran reforma constitucional de 2005, el Senador Boeninger señaló que "el concepto de <Seguridad Nacional>, (...) es extramadamente ambiguo -de repente lo abarca todo o no abarca nada".

 Así, vemos que el concepto de "Seguridad Nacional" es más bien abstracto, permitiendo integrarlo en él todas aquellas acciones que de una u otra forma minimicen y neutralicen los riesgos, amanezas y atentados a la Paz Social, sin distinguir cuál es la fuente del potencial daño, ya en los años 70, cuando se estudiaban las bases de la nueva Constitución, se dejó expresado que "todos los textos políticos actuales consagran la idea de que con la invención de las nuevas armas y los nuevos conceptos sobre seguridad nacional cambió, fundamentamente, el papel de las Fuerzas Armadas. Hoy día, el concepto de que su rol consiste en defender las fronteras, subordinadas al poder civil, carece totalmente de vigencia. En la actualidad, ha desaparecido la guerra convencional. Existe en cambio, la guerra fría, las guerras limitadas, la guerra ideológica, etc."

Una de las amenezas que existen en el mundo, no tiene que ver necesariamente con ataques premeditados en contra de bienes o personas de un país determinado, sino, con la propia actitud del hombre que, en pos del progreso y el desarrollo económico social de los pueblos, ha fomentado y engrandecido la actividad aeronáutica. En efecto, pocas áreas han logrado desarrollarse más aceleradamente que la aviación. Prontamente pasamos de aviones de tela y madera, a modernísimos jets, aviones supersónicos, naves no tripuladas, y enormes gigantes voladores. La aeronáutica ha permitido unir localidades geográficas aisladas, acercándolas al progreso. En Chile, por ejemplo, Arturo Merino Benítez le dijo al Presidente Ibáñez: Yo tengo los caminos del aire Sr. Presidente, a propósito de salvar la lejanía y aislamiento de territorios como Magallanes. En un día, se puede desayunar en Magallanes, almorzar en Santiago, y dormir nuevamente en Magallanes. Me consta.
Ahora bien, esta actividad aeronáutica tiene una particularidad relacionada con la seguridad: un aeronave no puede detenerse a reparar una avería o falla en medio de la ruta, el aterrizaje fuera de pista tiene normalmente consecuencias gravosas, tanto para ocupantes como para población en tierra, y, finalmente, en caso de sobrevivencia, hallar la aeronave y sus ocupantes, es fundamental para evitar que el número de fallecidos aumente.

Por lo anterior, la comunidad internacional decidió reducir lo más posible los riesgos existentes en las operaciones aeronáuticas, estableciendo mecanismos de control y estándares de seguridad elevadísimos, y cuando todo eso falla, se determinó la necesidad de rescatar, lo más pronto posible, a los implicados en los accidentes. Fue así que en 1944 se suscribe la Convención de Chicago, de la cual Chile es parte, que viene a regular y dar impulso a la actividad aeronáutica civil, y de la cual nació la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional). En dicha Convención, además, se determinó el deber que le cabría a los Estados contratantes, de proveer un sistema especalizado de hallazgo y rescate de aeroanves y de sus ocupantes, son los servicios "SAR", por sus siglas en inglés "Search and Rescue".
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En Chile, desde 1950 se implementó el S.A.R., mediante una Orden de la Comandancia en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile, quedando en esa rama de las Fuerzas Armadas el deber de atender ese servicio, para que el Estado de Chile pudiera dar cumplimiento a sus compromisos internacionales. Luego, la ley 16.752 de la Dirección General de Aeronáutica Civil (organismo dependiente de la Comandancia en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile), estableció en su artículo 7° que el S.A.R. sería atendido por la FACH, de esa manera el reconocimiento pasó a ser legal.

Luego, una serie de normas de caracter reglamentario, aprobadas por Decreto Supremo, fueron dando forma a este Servicio, que se erige como uno de carácter coordinador, pues además de los medios de la Fuerza Aérea, participan otros órganos del Estado e incluso del sector privado. Es que la búsqueda de aeronaves y rescate de sus ocupantes es considerada a nivel internacional como una medida necesaria para la seguridad aeronáutica, pues volamos sabiendo que si caemos, seremos buscados. En Chile, la búsqueda de aeronaves se considera de "interés público", según expresamente lo dispone el Código Aeronáutico.

El lema del "S.A.R." corresponde al título de la presente entrada "para que otros puedan vivir". En efecto, las estadísticas acompañan al Servicio. Desde 1955, al 31 de diciembre de 2015, la actividad del "S.A.R." se expresa de la siguiente forma:

TIPO DE OPERACIÓN
CANTIDAD


Accidentes de aeronaves
886
Operaciones SAR
827
Días de búsqueda
2.001
Misiones aéreas efectuadas
6.133
Aeronaves ocupadas en operaciones SAR
2.262
Horas voladas FACH
10.880,88
Horas voladas otras instituciones o empresas
5.808,23
Personas rescatadas
13.958
Personas fallecidas recuperadas
1.401
Aviones no ubicados
40
Patrullas terrestres empleadas
2.719
Personas ocupadas en Operaciones de Búsqueda
20.532
Falsas alarmas (Búsquedas innecesarias)
915

(fuente: http://www.fach.cl/sar/estadisticasar1.htm visitada el 04.DIC.2016)

Ser rescatado por el SAR no implica costo para el administrado, pues es parte del compromiso del Estado de Chile de proveer seguridad, la que se exitiende hasta el polo sur, y abarcando una jurisdicción de casi treinta millones de kilómetros cuadrados, con diversos Centros Coordinadores de Salvamento repartidos a lo largo del país, incluyendo Isla de Pascua.

Listado y límites de cada Centro Coordinador de Salvamento (RCC)
REGIÓN
LÍMITES
SEDES
IQUIQUE Norte 18° 21' 00" Sur y LPI con Perú
  Este LPI con Bolivia
  Sur 21° 26' 00" Sur
  Oeste 90° 00' 00" Weste
     
ANTOFAGASTA Norte 21° 26' 00" Sur
  Este LPI con Argentina y Bolivia
  Sur 29° 10' 00" Sur
  Oeste 90° 00' 00" Weste
     
ISLA DE PASCUA Norte 21° 26' 00" Sur
  Este 90° 00' 00" Weste
  Sur Polo Sur
  Oeste
131° 00' Oeste hasta 30° 00' Sur para continuar al Oeste 120° 00' hasta 15° 00' Sur
     
SANTIAGO Norte 29° 10' 00" Sur
  Este LPI con Argentina
  Sur 37° 30' 00" Sur
  Oeste 90° 00' 00" Weste
     
PUERTO MONTT Norte 37° 30' 00" Sur
  Este LPI con Argentina
  Sur 48° 45' 00" Sur
  Oeste 90° 00' 00" Weste
     
PUNTA ARENAS Norte 48° 45' 00" Sur
  Este
LPI con Argentina Lat. 58° 21' Sur y Long 53° Oeste hasta el Polo Sur.
   Oeste 90° 00' 00" Weste  

Las tareas de las Fuerza Armadas son múltiples, una de ellas ha sido dada a conocer en este breve espacio. Hombres trabajando duro, 24 horas al día, para tripular los puestos de trabajo que dan seguridad al aire patrio, sin descanso, ojalá para no activarse jamás, pero que en caso de hacerlo, sea con el firme propósito de que otros puedan vivir.



lunes, 14 de noviembre de 2016

El Príncipe Perverso

Política | El Príncipe


Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo es considerado el padre de la Ciencia Política. Su obra "El Príncipe", constituye una síntesis de su pensamiento político. Dicho libro, escrito en 1513, se caracteriza por su agudeza, sencillez y sinceridad (¿Cuánta falta nos hace hoy escuchar de los trataditas y de los que ejercen la política, qué es lo que realmente piensan?).

En el capítulo VIII, Maquiavelo se detiene a analizar cómo se asciende al principado por medio de crímenes y perversidades. 

Para ilustrarnos sobre el punto, comienza recordándonos el caso de "Agátocles" (o Agatocles), un tirano de Siracusa, quien en su origen sería, en palabras de Maquiavelo, "no solo de condición oscura, sino baja y abyecta". Este hombre, hijo de alfarero, habría desarrollado una carrera militar basándose en una "conducta reprochable", pero que acompañó de tal ánimo y vigor físico, que fue ascendiendo grado por grado hasta ser Pretor de Siracusa. Siendo Pretor, quiso más, ser príncipe -soberano- por lo que se puso de acuerdo  con un cartaginés llamado Amílcar y luego de reunir al Senado y al pueblo en asamblea, con la ayuda del africano, asesinó a todos quienes podían oponérsele. Siracusa no tuvo más remedio que aceptar la autoridad del nuevo monarca.

Maquiavelo reconoce que Agátocles ascendió al poder por la violencia, pero le valora el hecho de que por su causa no hubo guerra civil alguna y pese a todo, pudo mantener a raya a los de Cartago, todo gracias a sus "enérgicas y temerarias medidas" (entre las que se destaca matar a los ciudadanos, traicionar a los amigos, carecer de fe, de piedad y religión).
Agátocles

El autor de El Príncipe se pregunta entonces, cuál es la causa de que soberanos como Agátocles "y otros de su calaña" pudieron defenderse de sus enemigos tanto internos como externos, a diferencia de otros que no pudieron. La respuesta la encontrará en una distinción que hoy suena a escándalo: el buen o mal uso de la crueldad.

Las crueldades se usan bien, cuando se aplican de una sola vez, por absoluta necesidad de asegurarse -nos dice siempre Maquiavelo- y cuando no se insiste en ellas. O sea, para el autor, ha de usarse toda la fuerza posible y toda la crueldad plausible, pero solo en el instante necesario, el primero, para luego, transformar esas crueldades, expresadas en perversidades y crímenes, en actos beneficios para su Estado, para sus súbditos.

La sentencia de Nicolás Maquiavelo es total: "al apoderarse de un Estado, todo usurpador debe reflexionar sobre los crímenes que le es preciso cometer, y ejecutarlos todos a la vez, para que no tenga renovarlos día a día y, al no verse en esa necesidad, pueda conquistar a los hombres a fuerza de beneficios. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a estar con el cuchillo en la mano (...)".



martes, 12 de febrero de 2013

Benedicto XVI


 Benedicto XVI



Eran las 10 de la mañana y yo descansaba en casa, tenía el día libre y lo aproveche en regalonear con mi familia. No habíamos encendido la televisión hasta entonces, y por tanto, no sabía nada de lo que estaba ocurriendo en Chile... y el mundo. De pronto, sonó el teléfono con su estridente e inconfundible timbre, al otro lado de la línea un buen amigo me llamaba para saber mi opinión sobre el hecho noticioso del momento, "¿qué sucedió?, le pregunté, "¿acaso no lo sabes?", me contestó, y me contó sobre la inminente renuncia de Su Santidad Benedicto XVI. En esos instantes quedé estupefacto, asombrado. Una noticia que ni mis padres, ni mis abuelos, ni los padres ni los abuelos de aquellos escucharon jamás, un hecho que no vivió ninguno de los casi 8 mil millones de personas en este planeta, por muy viejos que fueren, un hecho que la última vez que ocurrió, CHile no existía, ni América había sido descubierta. Increíble, asombroso.
¿Qué cosas habrán pasado por la cabeza del humilde Siervo de los Siervos de Dios?, ¿Qué fue lo que le llevó a Abdicar de su Trono y de su Ministerio? No lo sé, solo sé que habremos de rezar por él, sin juzgarlo un solo minuto, todos los católicos del mundo, por su tranquilidad y serenidad, para que esas fuerzas que nuestro Papa dice ya no tener, sienta que las recupera. ¡Cuanto bien hiciste a este mundo querido Santo Padre! Los incensatos y egoístas no fueron capaces de conocerte, y aún, dentro de la Iglesia de Cristo hubo murmuraciones y voces en la oscuridad, pero tu nunca fuiste oscuro, y por el contrario, fuiste un Faro en esta época, la más oscura, la del Hierro y la Pólvora, la época de lo falso, lo virtual, lo efímero, el tiempo del hombre desechable.
Este Papa tuvo una estatura gigantesca, intelectual, moral y espiritualmente hablando. Sus publicaciones, homilías, discursos, habrán de formar un CORPUS catequético y teológico de un valor incalculable. Sus luchas contra las dificultades que afronta la Iglesia fueron muy duras y sin duda ya empiezan a verse los frutos en el combate contra la pederastia y el abuso. Impulsó como nunca antes en este siglo (y en los últimos 500 años), la unidad de los cristianos, y dio avances importantes en pro de un auténtico ecumenismo. Papa teólogo, filósofo, humanista, pastor...un Papa que es un valor no sólo para la Iglesia, sino, para la entera humanidad.

El Corpus Benedictino

Lo señalamos. La producción intelectual y teológica de Su Santidad, es sin duda, la más importante de los últimos siglos. El Papa ha realizado una verdadera Obra, en la que nada ha quedado al azar, en la que cada texto se relaciona con algún otro. Todo es posible cuando es el Espíritu Santo el que ha guiado la magistral pluma de J. Ratzinger.

Como base de su estructura catequética, encontramos sus tres encíclicas: "Deus Caritas Est", "Spe Salvi" y "Caritas in Veritate". 

Deus Caritas Est

En la primera, habla de la Caridad, el Amor, como virtud teologal fundamental y rectora de la vida del cristiano. La escribió el primer año de su pontificado, como anunciándonos la hoja de ruta por la que habría de transitar la Iglesia durante sus casi ocho años de Gobierno, comenzando con un verso tan marivollos como impresionante: " Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él" (Cfr. Deus Caritas Est, n 1; 1 Jn 4, 16). El amor es entonces el puente máximo entre el hombre y su creador, y es puente, que es el amor, es a su vez Dios mismo, Dios entonces es meta y es camino para alcanzarla, a Dios, no se puede llegar sin Dios.
Este amor que se vive y expresa de manera libre, nos lleva a decir que "Hemos creído en el amor de Dios" (Cfr. Dce. n 1), y ello, se fundamente en el hecho de que "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (Cfr. Dce. n 1). El Santo Padre despeja las dudas de los tiempos viejos, reforzada a machacazos en estos nuevos tiempos: pues la nuestra no es una religión de Libro, ni de normas morales, ni si quiera de tradiciones centenarias...la nuestra es la religión, la re-ligazón (reunión) de hombres libres que aman a otro que se ha ungido como su Pastor, y es hombre, que al conocerle no puede sino amársele, es Jesucristo.
Poco a poco irá ahondado en lo fundamental de nuestra Fe, en este amor que es A-mor, que es Dios, Alfa y Omega, que no tiene ni principio ni final. Benedicto escarabará muy profundo para encontrar la sustancia misma del amor, para tratar de que significante y significado puedan encontrarse en un punto, y por ello, aclarará lo que él mismo denominó "un problema de lenguaje". "El término « amor » se ha convertido hoy en una de las palabras más utilizadas y también de las que más se abusa, a la cual damos acepciones totalmente diferentes". (Cfr. Dce. n 2) Explica aquí el problema al que nos vemos enfrentados, y lo hace con una claridad impresionante, lo que nos hace olvidar la inmensidad de su capacidad intelectual. Benedicto tenía la facultad de explicar de manera simple lo que resultaba complejo, por su sencillez, le copiamos nuevamente: "(...) se habla de amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios. Sin embargo, en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor. Se plantea, entonces, la pregunta: todas estas formas de amor ¿se unifican al final, de algún modo, a pesar de la diversidad de sus manifestaciones, siendo en último término uno solo, o se trata más bien de una misma palabra que utilizamos para indicar realidades totalmente diferentes?" (Cfr. Dce. n 2) 
Irá avanzando, adentrándose en el Misterio, sin revelarlo por completo, por no resultar posible en este mundo, con estas reglas, pero acercará a nosotros un poco de Dios, un poco de ese Amor que es lo mismo, que es camino y que es Meta.
"El desarrollo del amor hacia sus más altas cotas y su más íntima pureza conlleva el que ahora aspire a lo definitivo, y esto en un doble sentido: en cuanto implica exclusividad —sólo esta persona—, y en el sentido del « para siempre ». El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo. No podría ser de otra manera, puesto que su promesa apunta a lo definitivo: el amor tiende a la eternidad" (Cfr. Dce. n 6). Dios es eterno y como tal, el reflejo del amor humano, entre los hombres, aspira también a la eternidad. En Juan se nos recuerda que no puede amarse a Dios, a quien no vemos, si antes no amamos a los hombres a quienes sí vemos. Y como es el Amor el que nos une a Dios, es el amor el que nos unirá a nuestros semejantes, y en especial, a nuestro complemento, que en mi caso, es mi mujer amada, a quien uno aspira amarla hasta la eternidad. Así nos lo ha recordado nuestro queridísimo Papa en el excelente párrafo recién citado. Uno no puede amar a su mujer hasta que "se aburra", o "mientras dure el cariño"...yo no prometí amar a mi mujer "hasta que nos demos cuenta de que no funcionó" o "hasta que pasemos las pruebas". El amor es "para siempre" porque sólo así es capaz de reflejar su verdadera fuente que no es otra que Dios mismo, por ello, San Pablo nos ha insistido tanto en las características del Amor: "Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. 


Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. 
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”. (Sn. Pbo. 1 Co. 13, 1-13).

Nuestro Teológo Magno, nos enseña sobre este Himno al Amor, que "debe ser la Carta Magna de todo el servicio eclesial; en él se resumen todas las reflexiones que he expuesto sobre el amor a lo largo de esta Carta encíclica. La actuación práctica resulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se alimenta en el encuentro con Cristo. La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se convierte así en un darme a mí mismo: para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como persona." (Cfr. Dce. n 34). No podía ser de otra manera, pues no basta con "dar", hay que "darse" por entero, dar hasta el extremo, "dar hasta que duela", y ¿cuándo nos duele?, cuando sentimos que nuestro cuerpo ha sido rasgado, y en ese sentido, debemos "rasgarnos" por los otros, con la seguridad de que con cada rasgadura, Dios nos concede más y más cuerpo, más de nosotros, porque Él es fuente inagotable de Amor. Es en el Amor, donde encontraremos la fuente más segura para poder hacer entrega del Amor a los hombres, es amor que "aspira a la eternidad".
Terminará el Santo Padre Benedicto, recordándonos que no hubo creatura que amara más que la Madre del Señor, quien será, si queremos, "La Madre de Nuestro Sí". ¿Quién pudo amar más que la Santísima Señora? ¿Quién vio sufrir sin pecado a su hijo, soportando las culpas del mundo? ¿Quién le vio derramar su sangre en las calles empedradas, agobiado por los tormentos ajenos, por las faltas de toda Su Creación? Es la Espada que le atravesó el corazón que le fue anunciada, y ella, resignada y esperanzada, beso el cuerpo del hijo de su Vientre, el Bendito de Dios. A esta Madre nuestra, Benedicto le confía la Iglesia de su Hijo, 
Rezando junto con todo el Pueblo Escogido:

"Santa María, Madre de Dios,
tú has dado al mundo la verdadera luz,
Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios.
Te has entregado por completo
a la llamada de Dios
y te has convertido así en fuente
de la bondad que mana de Él.
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él.
Enséñanos a conocerlo y amarlo,
para que también nosotros
podamos llegar a ser capaces
de un verdadero amor
y ser fuentes de agua viva
en medio de un mundo sediento"
 (Cfr. Dce. n 42).


Spe Salvi

"(...)en esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y también a nosotros (Rm 8,24) (Cfr. SPE SALVI n 1)", es lo que nos recuerda Benedicto en su segunda Encíclica, "Spe Salvi", escrita en el tercer año de su pontificado, en 2007. 
Si en la primera nos habló del Amor, en esta nos hablará de la Esperanza, que es la segunda de las virtudes teologales, fundamentales del cristiano y que nos son infundidas por el Espíritu Santo.
"(...)el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino". (Cfr. Sps. n 1) ¿Cuántas veces no hemos querido renunciar a todo? ¿Cuántas veces la oscuridad de la noche nos acecha y nos amenaza con la incertidumbre y nos llena de temor? A ese miedo, a esa noche oscura, que cada día parece más larga en esta época, Dios nos ofrece la Esperanza de ser salvados. Si la Meta es Dios, y el camino es el Amor, el faro para recorrerlo es la Esperanza, y nuestra Arma para vencer, la Fe. 
La esperanza que nosotros tenemos comienza en el encuentro con el Señor, con Cristo-Jesús, pues "llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza" (Cfr. Sps. n 3). Hoy, nos recuerda el Papa, pareciera que el hecho de habernos acostumbrado a la concepción cristiana de Dios, pareciera implicar que este hecho de conocerle, resulta irrelevante. Hoy, la posibilidad de conocer al Dios del Amor existe para todos aquellos que estén dispuestos a abrir su corazón, y paradojalmente, donde más es posible concerle, más arranca el hombre de su lado. En la civilización nor-occidental, Dios está siendo dejado de lado, y con ello la identidad propia de un pueblo que se cimentó en su conocimiento, en su defensa, en los valores que de su encuentro emanaron. Dios ya no trae esperanza, porque ya no queremos conocer a Dios, pues no necesitamos de él. El progreso se logra muchas veces contra Dios y a costa de los mismos hombres, y por ello, finalmente, ese progreso se vuelve en contra de estos. 
En un comienzo, la esperanza implicaba, como primera y esencial cosa, la posibilidad de conocer "al Dios verdadero", hoy, conociéndolo los hombres, o más bien, sabiendo que existe aún cuando no quieran acercársele para conocerlo, Dios sigue siendo una esperanza para todos aquellos que, cansado y agobiados del tedio del Mundo, buscan una paz que ni el mejor de los progresos ha podido darles: La Vida Eterna.
Cuántos hombres y mujeres que se desviven para no vivir. Trabajan para no disfrutar de los frutos de su trabajo, tener familias con las que no comparten y casas que no son hogares sino  pensiones, cónyuges que más bien parecen socios comerciales, dispuestos a terminar con la relación económica en cuanto aparezcan las dificultades, no entregándose, no dándose a sí mismos en ese amor que aspira a la eternidad como se mencionó en el apartado anterior. 
Por todo esto, Su Santidad cita a San Ambrosio, Padre de la Iglesia, expresando que: "Es verdad que la muerte no formaba parte de nuestra naturaleza, sino que se introdujo en ella; Dios no instituyó la muerte desde el principio, sino que nos la dio como un remedio [...]. En efecto, la vida del hombre, condenada por culpa del pecado a un duro trabajo y a un sufrimiento intolerable, comenzó a ser digna de lástima: era necesario dar un fin a estos males, de modo que la muerte restituyera lo que la vida había perdido. La inmortalidad, en efecto, es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia" (Cfr. Sps. n 10). 
Entonces, surge una contradicción, nos recuerda el Santo Padre, pues la muerte, que es temida, lamentada y no querida, resulta como necesaria, pues "la eliminación de la muerte, como también su aplazamiento casi ilimitado, pondría a la tierra y a la humanidad en una condición imposible y no comportaría beneficio alguno para el individuo mismo" (Cfr. Sps. n 11). Esta vida, la queremos y no la queremos, es un sí y un no, porque el peso de la misma nos agobia, aún cuando la amamos, anhelamos algo más, algo que pareciera no ser jamás saciado, ni en la mejor de todas las condiciones, siempre nos falta algo. Entendemos, o esperamos, que esta vida no es la vida, no podría serlo, pues de ser lo único, la meta, ¿vale la pena vivirla? ¿Cuál es la verdadera vida?. El Autor entonces empieza a preguntarse por todo esto, y concluye que "no conocemos esta « verdadera vida » y, sin embargo, sabemos que debe existir un algo que no conocemos y hacia el cual nos sentimos impulsados" (Cfr. Sps. n 11)
¿Qué es esta Vida Eterna?, El Papa nos aclara que el término es confuso, pues la eternidad nos asusta en su infinitud, y la voz <<vida>> nos recuerda a esta, este valle que muchas veces parece de lágrimas y dolor. ¿Qué es la Vida Eterna? eso que no conocemos, pero que intuímos, que esperamos y a lo que aspiramos.  "Podemos solamente tratar de salir con nuestro pensamiento de la temporalidad a la que estamos sujetos y augurar de algún modo que la eternidad no sea un continuo sucederse de días del calendario, sino como el momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad. Sería el momento del sumergirse en el océano del amor infinito, en el cual el tempo –el antes y el después– ya no existe. Podemos únicamente tratar de pensar que este momento es la vida en sentido pleno, sumergirse siempre de nuevo en la inmensidad del ser, a la vez que estamos desbordados simplemente por la alegría" (Cfr. Sps. n 12). 
Hoy, en esta época más oscura, nuestra esperanza es sumergirnos para "siempre" en el Amor, en una Paz que no conocemos, pero que queremos, esa esperanza es la que ilumina nuestro camino, es el elixir que permite que no desfallezcamos, pues confiamos que al terminar el recorrido, todas las penas habrán acabado. 
Así, nuestro Santo Padre se sumerge en la cuestión de la cabida de la esperanza en el mundo postmoderno, donde lo más nuevo parece viejo, y donde la vida misma, la humana en este caso, parece desechable. Con la humildad que le caracteriza, Benedicto propone un diálogo entre la modernidad del mundo y el cristianismo, donde ambos tienen algo que ofrecer, comenzando por una autocrítica. Esto no es algo que sólo predicara en sus textos, él mismo muchas veces ha dialogado con quienes tienen las más opuestas ideas. Hay un libro llamado ¿Dios Existe?, en el que se transcribe un debate entre Paolo Flores, ateo militante, y Joseph Ratzinger, cuando era Cardenal. El debate termina sin ganador y a pesar de que la concurrencia (que era tanta que desbordó hasta la calle) era en su mayoría seguidora de Flores, Su Santidad, en ese entonces Emmo. Cardenal, recibió aplausos cuando reconoció que, a pesar de todo, la Ilustración sí había realizado importantes aportes a la humanidad, y que el cristianismo tenía algo que aprender de ella. Los cristianos deben aprender, nos recuerda el Papa, a conocer qué es lo que pueden ofrecer en el inicio del Tercer Milenio, y qué es lo que no pueden ofrecer. 
Y volvemos entonces al inicio, pues la única esperanza, lo único que puede sostener al hombre es el Amor. Y el Amor es Dios. "La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando « hasta el extremo », « hasta el total cumplimiento » (cf. Jn 13,1; 19,30)" (Cfr. Sps. n 27), " La vida en su verdadero sentido no la tiene uno solamente para sí, ni tampoco sólo por sí mismo: es una relación. Y la vida entera es relación con quien es la fuente de la vida. Si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida. Entonces « vivimos »" (Cfr. Sps. n 27). 
Terminará el Santo Padre, recordándonos que es María la Estrella de la Esperanza, es como la Estrella de la Mañana y de la Tarde, la Estrella de Belén que guía a los Magos hacia el Amor. "Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su « sí » abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)" (Cfr. Sps. n 49).

Caritas In veritate

Esta es la última Encíclica que publicará nuestro querido Papa, nuestro Papa teólogo, el que ha sabido traernos luz en la oscuridad con su tinta de oro y papel de plata. La escribió en 2009, en el quinto año de su pontificado, y trató sobre "el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad" (Cfr. CARITAS IN VERITATE, Título).
Este texto, tan impresionante como los otros dos, busca fijar los lineamientos de lo que ha de ser la Doctrina Social de la Iglesia. Por supuesto que Benedicto no innova, y he ahí la importancia de la Encíclica, sólo nos recuerda y aclara puntos que hoy vale la pena recordar y aclarar. 
Si la caridad es la síntesis de la ley, la caridad ha de ser, necesariamente, la síntesis de la Doctrina Social de la Iglesia. "Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza." (Cfr. Civ n 2)
Como la caridad es la esencia del actuar eclesial, es necesario que se manifieste en la verdad, pues "Sólo en la verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad" (Cfr. Civ. n 3) "Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad. Es presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos, una palabra de la que se abusa y que se distorsiona, terminando por significar lo contrario" (Cfr. Civ. n 3). La verdad entonces, viene a "liberar" a la Caridad cuando esta ha caído presa de los errores que ha anotado Su Santidad, y hoy, en medio de la turbulencia de un mundo en el que todo se relativiza, la verdad se hace más necesaria que nunca.
Sólo en la verdad podrá la caridad manifestarse en su esplendor, y esto habrá de actuar de manera concreta en nuestro tiempo, en el que muchas iniciativas se presentan como caritativas sin serlo realmente, ¿hay caridad en las ayudas financieras que el Gobierno de los Estados Unidos realiza a los países pobres para implementar programas abortivos? Es posible que las intenciones de quienes han propuesto y ejecutado dichas políticas sean las de "ayudar" al otro, a mejorar su condición de vida, pero al ser una acción "caritativa" no iluminada por la verdad, se encamina a la concreción de terribles males que sólo traen desilusión, desesperanza, muerte y vacío. La Caridad entonces necesita apoyarse en la Verdad, pues en otro caso podría convertirse en lo contrario al Amor, como sucede en el ejemplo expuesto.
El Papa Teólogo nos señala que "Caritas in Veritate" es el principio rector de la Doctrina Social de la Iglesia, y debe actuar operativamente en "criterios orientadores de la acción moral" (Cfr. Civ. n 6), recordándonos dos de ellos: la justicia y el bien común.
La caridad comprende la justicia, o sea, nunca habrá caridad "injusta", pero a su vez, la trasciende, la justicia es excedida por la caridad, pues "no puedo «dar» al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás, es ante todo justo con ellos. No basta decir que la justicia no es extraña a la caridad, que no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es «inseparable de la caridad», intrínseca a ella" (Cfr. Civ. n 6). Esto es vital, pues la cultura del individualismo nos quiere hacer creer que la caridad es manifestación de limosna, olvidando que todo hombre tiene ciertos derechos que le son inherentes sólo por el hecho de su condición humana, desde donde arranca su dignidad por ser hijo de Dios. Los vagabundos y los vagos, aún cuando sufran producto de su propia desidia y desgano, tienen derechos mínimos que le son propios, por justicia humana y divina, por Derecho Natural. El primer acto caritativo, es reconocer esos derechos y luchar por el respeto de los mismos. Pero acto seguido, el Santo Padre nos exhorta y nos señala que "La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión" (Cfr. Civ. n 6).
El segundo de los criterios orientadores de la acción moral, es el bien común, que en su concreción  "es la vía institucional —también política, podríamos decir— de la caridad, no menos cualificada e incisiva de lo que pueda ser la caridad que encuentra directamente al prójimo fuera de las mediaciones institucionales de la pólis." (Cfr. Civ. n 7). No puede haber bien individual sin bien común, en el que todos los hombres estamos llamados a contribuir, por caridad y por justicia, en su concreción, cada uno en el espacio que le sea propio y en la medida de sus posibilidades. La acción política, que es una de las más importantes manifestaciones de la concreción del bien común, puede y deber ser para los cristianos un lugar de santificación, de realización plena de su vocación humana en servicio de los demás. Esto último no significa, por cierto, que haya partidos políticos o ideologías oficialmente cristianos y otros que no lo sean, sino más bien, el deber que le cabe a cada laico de participar en la conformación social en el marco de la exigencia cristiana, cuya medida es el AMOR EN LA VERDAD. 
Todo lo expuesto sobre esta encíclica, es parte de la introducción de este largo y rico documento, que luego continuará con una serie de capítulos que invito a leer, y que por razones de tiempo no podremos tratar aquí., hablará el querido Papa, sobre EL  MENSAJE  DE  LA  POPULORUM  PROGRESSIO; EL  DESARROLLO  HUMANO  EN  NUESTRO  TIEMPO; FRATERNIDAD,  DESARROLLO  ECONÓMICO  Y  SOCIEDAD  CIVIL; DESARROLLO  DE  LOS  PUEBLOS, DERECHOS  Y DEBERES,  AMBIENTELA  COLABORACIÓN  DE  LA  FAMILIA  HUMANA; y EL  DESARROLLO  DE  LOS  PUEBLOS Y  LA  TÉCNICA.
Como siempre, el Autor concluirá con una invocación a la Santísima Madre, pidiendo "Que la Virgen María, proclamada por Pablo VI Mater Ecclesiae y honrada por el pueblo cristiano como Speculum iustitiae y Regina pacis, nos proteja y nos obtenga por su intercesión celestial la fuerza, la esperanza y la alegría necesaria para continuar generosamente la tarea en favor del «desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres" (Cfr. Civ. n 79). 

Así, el cuerpo doctrinal del Papa Benedicto, se cimienta sobre estas tres maravillosas encíclicas que hemos podido analizar muy suscintamente, las que por cierto invitamos a leer, pues revelan el gran nivel intelectual de nuestro Santo Padre, y permiten a todos los cristianos acercarse más Jesucristo, y a quienes no han querido conocerlo, muchas luz les llegará si están dispuestos a leerlas y estudiarlas. 

Sin embargo, este "Corpus Benedictino", como lo hemos llamado, no concluye en sus Encíclicas, y se eleva mucho más con sus libros, discursos, cartas y homilías.
Entres sus libros más esperados y más conocidos, se encuentra su "Trilogía" sobre Jesús. El volumen 1, llamado simplemente "Jesús de Nazaret", en donde el Papa expone al hombre, para recordarnos, en línea con la obra encíclica, que nuestra Fe no es un conjunto doctrina ni moral (aunque también exista aquello), sino que se sostiene en un hombre: Jesús. Por lo mismo, al volumen primero siguió el segundo, llamado "Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección", y luego, el último (que en verdad habría de ser el primero), "La Infancia de Jesús". 
Redactó cuatro "Exhortaciones Apostólicas", de las cuales recomiendo especialmente "Sacramentum Caritatis"; cuarenta Constituciones Apostólicas, de las cuales resulta muy importante la "Anglicanorum coetibus", donde se abre la puerta a los Hermanos anglicanos que deseen ingresar a la Santa Iglesia Católica de Roma; y muchísimas otras Cartas Apostólicas, Cartas Decretales, Cartas simples y Motu Propio, discursos e innumerables homilías. Dada la importancia, adjuntamos un link en el cual se compendia la ardua lucha que Su Santidad ha tenido contra los Abusos Sexuales al interior de la Iglesia, que recomiendo fervorsamente visitar: http://www.vatican.va/resources/index_sp.htm .

Benedicto, el Humilde Obrero del Señor.

Voy terminando estas líneas sobre nuestro Queridísimo Santo Padre, enalteciéndo la humildad que caracterizó su pontificado, su conducta, su vida.
El primer día que vimos a Su Santidad, el Papa asomarse a la Plaza de San Pedro, luego de haber sido anunciado como Vicario de Cristo en la Tierra por el Emmo. Cardenal Monseñor Medina (por ese sólo hecho, uno de los chilenos más importantes de la historia), se le vio tímido frente a los micrófonos, con un pavor terrible a la multitud que esperanzada le aclamaba. Bajo las vestimentas papales, aún se le vía su chaleco negro, de sacerdote. 
Ahora, el Santo Padre abdica luego de ocho años de largo pontificado, ¿cuántos líderes, son capaces de ese gesto? El Papa ha dicho "yo no puedo, no soy capaz, es hora de que venga otro más joven que yo", y en esa decisión, profundamente personal, que toda la Iglesia de Dios respeta, vemos conmovidos la mirada cansada de nuestro querido viejo, canoso y cansado, que en estos ocho años limpió la Iglesia con la fuerza del Amor de Dios. La lucha ha sido ardua para nuestro Papa, y aunque sea el primero en 600 años en abdicar del trono de Roma, sus fieles seguidores veremos en él al Buen Pastor, al sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la Tierra, que supo darse a sí mismo en fervoroso amor por sus miles de millones de hijos.
Podríamos clamar como los incensatos, llenos de temor "¡no nos abandones Santo Padre!", pero en cambio, decimos, "¡Gracias por todo Beatísimo Papa!, sabemos que esta decisión ha sido inspirada por Dios -no pudo haber sido de otra forma- y por ello, rezamos y rezaremos por tí, que en tu descanso en el Monasterio que habrá de recibirte, encuentres a Dios aún más cerca de lo que hoy lo tienes, te llenamos de bendiciones, y así también te pedimos de todo corazón: ¡Bendícenos Santo Padre!".
El querido Papa, luego de abdicar, el día 28 de febrero de 2013, a las 20:00 horas, irá  a vivir como Monje de claustro en el Monasterio "Mater Ecclesiae", ubicado al interior de su querida Ciudad Santa del Vaticano. No podía ser de otra manera...seguirá rezando por todos nosotros, por los que nadie reza, por los que nadie recuerda. Así es nuestro Papa Benedicto, a quien siempre llevaremos en el corazón, por la fuerza y la humildad con la que supo llevar a su Pueblo camino Cara a Dios.

F. Mellaolivos.-